Buenas tardes seguidores de Tourism Experience, hoy nos encontramos con Vanesa Fragola, una ¡Viajera incansable!
Desde ya Vanesa, ¡Muchas gracias por permitirnos la posibilidad de entrevistarte!
-Siempre comenzamos pidiéndoles a nuestros entrevistados que se presenten frente a nuestro público que tal vez no los conoce. ¿Quién es Vanesa?, ¿A qué se dedica?
Soy Vane, una “porteña” nacida en pleno corazón de Buenos Aires, Argentina, periodista y amante de la exploración y descubrimiento del mundo. Actualmente trabajo para una agencia de viajes y empecé a ser colaboradora con algunos medios de comunicación.
-¿Cuándo viajas, lo haces sola, o acompañada?
De todas las maneras. Comencé haciéndolo sola, y realmente, cuando le tomas el “gustito”, es inevitable querer tener algún compañero/a de viaje. Viajar en solitario es algo mágico, ya que permite un descubrimiento personal profundo y también provoca el estar dispuesto a que sucedan las cosas más bellas sin estar influenciado por tu entorno.
También me encanta compartir viajes con amigos, no lo voy a negar. Es hermoso, pero eso pasa en la minoría de las veces.
-¿Hay algún tip especifico para costear estos viajes? ¿O basta sólo con trabajar, y ahorrar para esto?
Sí, te podría dar cientos de tips pero es clave empezar analizando qué es un gasto y una inversión para tu vida. Hace varios años, cuando me picó ese “bichito” de viajar, salía con amigas y miraba el dinero que gastaba en ello y pensaba: “con esta plata podría pagarme una excursión, una noche de alojamiento, es una semana de comida en…” Y así empecé con esa famosa lista. ¿Para qué gastar 5 dólares en un café? ¿Para qué usar el auto todos los días? ¿Por qué no invertir en algo que me haga feliz, que me nutra y alimente mis conocimientos diariamente, y dejar de gastar dinero en apariencias y cosas que me llevan a cualquier lado menos a la experiencia?
– ¿Hace cuánto comenzaste con este proyecto de Instagram? ¿Qué te motivó a hacerlo?
¡Hace muy poco! A fines de abril precisamente. Cuando comencé a viajar, primero por los alrededores de mi ciudad y las provincias más cercanas, y luego por el mundo, nunca me sentí cómoda diciéndolo. Mis amigos se enteraban por casualidad dónde estaba. Nunca me gustó contar qué hago, dónde ni con quién. Así que imagínate: ¡ponerlo en las redes sociales me parecía una locura!
Siempre me dijeron que comenzara a hacerlo, porque los lugares que visitaba eran mágicos y realmente podía mostrar que viajar no era de millonarios y que el mundo no es tan malo como parece. En marzo, una chilena, cuando me agregó al Instagram se quedó sorprendida. Mi última foto había sido en Córdoba (Argentina) hace varios meses. “¿Cómo que te vas a Japón y al Everest y no lo vas a mostrar? ¿Por qué no subís lo que estás haciendo ahora? ¡Mirá dónde estamos! ¡Son lugares increíbles que cualquiera quiere conocer y vos lo podés lograr subiendo tus fotos!”, cuasi retándome. Y ahí comencé a entender un poco más de lo que se trataba y decidí re-abrir mi Instagram. Todavía me cuesta muchísimo. No me gusta que mi mamá me haga preguntas… ¡imaginate gente que no conozco!
– ¿Cuántos países visitaste? ¿Cuál fue el lugar que más te atrapó y que sin dudas te encantaría volver?
Estoy por alcanzar los 65 países y, si tengo que elegir solo un lugar, sería bastante complicado. Estoy enamorada de la Patagonia, tanto chilena como argentina. Me parece algo único en el mundo. Su energía, su magia y sus paisajes generan una sensación única en el cuerpo. La Carretera Austral creería que es inexplicable. Torres del Paine, ese parque que te deja boquiabierto en cada paso. El glaciar Perito Moreno es impactante y único en el mundo. Ushuaia y su fin del mundo. Bariloche y sus alrededores: San Martín de Los Andes, Villa La Angostura, El Bolsón, Esquel y más, los cuales te pueden transportar tranquilamente a lugares como Suiza y el norte de Italia pero en la Cordillera de Los Andes, ¿fascinante no?
También me gustaría volver a ciudades como Bali, Indonesia, Jerusalén, Palestina y Tokio.
– ¿Nos podrías contar una anécdota de alguno de tus viajes? ¿Qué fue lo más loco y curioso que te ha pasado en viaje?
Bolivia, marzo de este año. Recién había llegado a Copacabana, luego de algunos días intensos en Perú, y cuando caminaba por la costa, me crucé a un húngaro que había conocido recientemente en el sur de Chile y estaba recorriendo Sudamérica, al igual que yo. Le conté que estaba de paso, que volvía a Argentina por tierra y que tenía calculado hacerlo en cuatro días. Me dijo: “no te podes ir de acá sin conocer Rurrenabaque, acabo de volver y ¡fue la mejor experiencia de mi vida!”. Tengo la mala costumbre de, si está a mi alcance, hacer todo lo que me recomiendan (así he metido la pata más de una vez).
Me fui entusiasmada a La Paz para tomarme un avión directo a ese lugar, la puerta del Amazonas boliviano. Me adentré por cuatro días en la selva y luego tres en el pantano.
Esa noche nunca la voy a olvidar. Dormíamos al descubierto; solo teníamos un mosquitero cada uno que nos cuidaba de las arañas e insectos, que parecía que despertaban cuando el sol se escondía. Estaba muy cansada del trajín del día y el dolor por el esguince de tobillo que tenía no me dejó hacer el trekking nocturno. Mi guía se fue con dos australianos, mis compañeros del tour, y yo me quedé sola, en el campamento. “¿Segura?”, me preguntaron. Era una hora, máximo dos. ¿Qué podría pasar?, pensaba.
Y juro que fueron los minutos más lentos de mi vida. Me quedé petrificada, con los ojos bien cerrados, sin casi respirar cuando escuché un sonido extraño, que cada vez se acercaba más y más. No me moví. Solo tenía una navaja y aprendidos mil rezos por si acaso. Pero, ¿de qué servían si él, solo con su respiración, podía poner en pánico a cualquiera que estuviera cerca? “¡Quiero ver un jaguar!”, decía Terry por la tarde. Juro que no quisieras verlo, menos sentirlo cerca de tu cuerpo, pensaba.
Había un concierto de monos arriba mío, jugando y buscando entre los árboles dónde dormir esa noche. Pero de repente dejé de escucharlos y solo sentía esa respiración rondando mi cuerpo.
Y así pasó el tiempo y esos segundos eternos. No hubo momento más feliz que el sonido de los pasos de mis compañeros. Mi guía esperó a que el resto se fuera a dormir, y yo, aunque casi sin poder hablar y casi pálida, fui corriendo a contarle lo que había pasado. Me confesó que, sin dudarlo y sin decirle nada a los australianos, volvieron antes porque había visto huellas muy frescas de un jaguar cerca del campamento. Le pedí si esa noche podíamos quedarnos despiertos, entendió mi miedo y luego de compartir muchas historias de animales salvajes, amaneció y todo tomó color.
– ¿Qué consejo le darías a ese joven que ama viajar y no se anima por diversos motivos, ya sea por obligaciones, dinero, etc?
Que no hay que pensarlo, y menos explicarlo. Si realmente querés hacerlo, hacelo. Podemos buscar mil excusas: no tengo dinero, que mis padres, que mi trabajo o que la Universidad. Si tenés miedo, es lógico. Desde chicos nos enseñan que el mundo es malo y que hay que desconfiar de los extraños, que no hay mejor lugar que tu propia casa y nada más cómodo que tu cama. Que si sos mujer, que si sos bonita, que si sos joven o petisa. Siempre va a haber alguna razón. El tema es que te fijes cuál es la que te moviliza a vos. Hacé lo que dicta tu corazón y salí de tu zona de confort. Viajá, conocé el mundo y no te quedes con las ganas de nada, nunca.
– Si nuestros lectores quieren seguirte por las redes, ¿Dónde pueden hacerlo?
- Por Instagram: @vanesafragola
- Por Facebook: Vanesa Fragola
- Y, próximamente, por mi página web: www.vanesafragola.com
– Por último, siempre consultamos a nuestros entrevistados… “¿Viajar para Vanesa Fragola es…?”
Libertad.
¡Muchas gracias Vanesa!
Tourism Experience